miércoles, 1 de diciembre de 2010

Round (1)

Algo pasa después del quinto Round, es entonces cuando algo se rompe, físicamente tal vez, pero existe algo más, algo dentro que se paraliza, o se desquebraja o yo que diablos sé, lo único que puedo decirles es que después del quinto round los golpes dejan de doler, pasan a ser simples recordatorios de en donde estas y porque lo estás haciendo, tu cara se vuelve una máscara, tus ojos dejan de servir, la realidad se vuelve una horizontal línea ciega.

El ambiente es el verdadero rival después, todos hablan de la lona, mojada de tanto sudor, sangre y saliva, se vuelve un peligro notable, pero con toda esa maldita vaselina encima los reflectores gigantes se vuelven insoportables, te queman la piel y te cortan el oxígeno, lo evaporan, te lo roban. Luego la plebe que solo quiere verte caer, con sus cámaras y sus gritos, tienen la tonta idea de que son invisibles, pero siempre los vez, los escuchas y si no tuvieras la nariz atiborrada de vaselina seguro también podrías oler a los infelices.

Pero mi quinto Round hace mucho que paso, faltan dos minutos para el doceavo y el filipino frente a mi sigue siendo de piedra, y yo estoy acabado, si no le rompo la cara en los próximos 4 minutos mi vida se va a la mierda.

En la primera fila está sentado un hombre de traje oscuro y sombrero roído, es ridículo pensar que así se vea en realidad, es ridículo pensar que me sonríe, y es más ridículo aún que parece que llevo mirándolo toda mi vida, toda mi maldita vida sentado en este banquito con el mirándome con curiosidad y ansia, casi saboreándome, es ridículo pensar que toda mi vida he deseado esta pelea y que hoy para ganarla debo entregarle mi alma al diablo.

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